Los ecosistemas acuáticos son aquellos en los que los animales y plantas viven o se relacionan con seres vivos en el agua. Dependiendo del tipo de agua podemos definir distintos tipos de hábitat acuáticos: de agua dulce y de agua salada.
Si tomamos en cuenta otros factores abióticos, podremos subdividirlos:
Un ecosistema acuático consiste en plantas y animales que actúan recíprocamente con la sustancia química y los rasgos físicos de un ambiente acuoso del charco más pequeño al océano mundial. Y, mientras las condiciones en un charco efímero se diferencian bastante de aquellos en las profundidades del océano, hay muchos puntos de semejanza impuesta sobre las comunidades que habitan tales ambientes por las propiedades únicas del agua. Las formas de vida se han adaptado a estos extremos ambientales y al intermedio de miríada medios acuáticos disponibles sobre la Tierra.
Una distinción común por lo general es hecha entre agua marina y agua dulce o entre océanos y aguas interiores. Los océanos del mundo constituyen un profundo, interconectando el sistema de agua de salina (salado con minerales disueltos) el rodeo de los continentes. Este océano mundial es caracterizado por la circulación compleja y movimientos de marea. Aguas interiores, de otra parte, comprenden una serie extensamente dispar de los cuerpos del agua que tienden generalmente, ser frescos (p. ej., bajo en sales disueltas) y agotar en los océanos.
Muchas variaciones en el ambiente acuático son los productos de organismos ellos mismos; por ejemplo, el diatomea (organismos con esqueleto compuesto de silicona) la población de un lago en mayo es determinada por sustancias nutritivas químicas, pero la composición química del lago, en particular el aspecto de ello el más importante para diatomeas, es muchísimo el producto de actividades diatomea en el mismo lago un mes antes. Es imposible entender la vida de las aguas sin tener en cuenta una razonablemente gran parte de la red de causalidad circular que ata el sistema juntos.